miércoles, 9 de marzo de 2011

¡Qué bonito es Cáceres!

Cáceres es Patrimonio de la Humanidad desde 1986, uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y del Renacimiento más completos del mundo. Pasear por ella, aunque sea bajo la lluvia, es una maravilla y te transporta a otras épocas. Sus torres, sus callejuelas empedradas merecen una parada para ser disfrutadas. Si además lo haces con la visión inocente de un niño...

Llegamos el viernes por la noche, nos fuimos a cenar a El Figón de Eustaquio (buena comida y muy buen trato) y después a descansar del largo viaje, porque Cáceres está muy lejos, lejísimos.

El sábado por la mañana la Plaza Mayor (actualmente en obras) fue nuestro punto de partida, nos alojábamos en el hotel Casa Don Fernando. Nuestra casa de ahora. Porque ahora es nuestra casa, ¿verdad?

Nos dirigimos al Arco de la Estrella y desde allí a la Concatedral de Santa María, en la plaza del mismo nombre, cuyo exterior es románico de transición al gótico. No visitamos el Museo, ya que en ese momento no llovía y queríamos aprovechar el paseo. Es bonito esto de Cáceres, me gusta.
 
Las cigüeñas con el palito en la boca para hacer su casa.
¿Se están peleando?
 
Ya en la Plaza de Santiago entramos en la iglesia de Santiago, cuyo interior alberga un paso de Semana Santa que representa la última cena. ¿Les puedo decir hola a las figuritas?
A la salida fotos y cigüeñas. Año tras año las cigüeñas anidan en Cáceres y es un espectáculo ver como hacen sus enormes ponederos.



Después, subidita por la calle Caleros hasta el Arco del Cristo, la puerta de entrada a la ciudad más antigua que se conserva (s.I) y que tiene una hornacina cubierta con un cuadro de Cristo.


Arco del Cristo. ¿Por qué está arriba? ¿Podemos ir a verlo?
Tras las explicaciones pertinentes pasamos por la Ermita de San Antonio, muy pintoresca, por el Rincón de la Monja y llegamos a la Plaza de las Veletas (Museo de Cáceres). Aquí si nos detuvimos, nos apetecía visitar el aljibe, algo que nos impresionó en nuestra primera visita a la ciudad. Aunque no recordábamos lo de las escaleras.
Aprovechando que la pirata estaba dormida y para ahorrarnos las subidas y bajadas con la silla de paseo, nos quedamos en el patio del palacio y desde allí, por turnos, hicimos la visita.

Palacio de las Veletas. Un lugar tranquilo donde sentarse relajado, o dormir placidamente, y aprovechar para hacer unas cuantas fotos.

El aljibe me da un poco de miedo.
Vamonos, es muy antiguo.

 
Bajo este claustro del Palacio de las Veletas, uno de los aljibes hispano-musulmanes mejor conservados de España (s. XIII). Está formado por cinco naves separadas por columnas unidas entre sí por arcos de herradura.
El aljibe en las viviendas proporcionaba una imprescindible reserva de agua sanitaria para el uso doméstico.




Tras el largo paseo, ya me duelen las piernas de tanto caminar, fuimos a comer a La Tahona (buena comida, pero no les gustan los niños y si mi marido no me hubiera mirado mal me habría marchado antes de sentarme) y después a descansar al hotel. Siesta de "pijama y orinal".

Tratamos de salir a dar una vuelta antes de cenar, por supuesto con el disfraz de Blancanieves. Soy una princesa con una diadema roja con un lazo y un vestido muy largo.
Por la noche, la iluminación de la ciudad da importancia a los edificios más notables, al tiempo que mantiene otras zonas  más oscuras. Los balcones, los escudos, las sombras de las torres y el silencio en algunas calles ofrecen un escenario de cuento, nunca mejor dicho. 

Soy Blancanieves y este es mi castillo.
Pero el tiempo estropeó nuestro paseo, llovía demasiado. Regresamos al hotel con la intención de hacer tiempo en la habitación hasta la hora de la cena, pero al entrar nos ofrecieron un plan estupendo: papeles, caja de pinturas enorme y petición de un dibujo de Cáceres para decorar la recepción. Nos quedamos en la tapería del hotel pintando, ¡como no! el castillo y las cigüeñas. Pasado un rato y con el clima más a nuestro favor salimos y cenamos en el Mesón El Encinar (típico mesón con buenas raciones y excelente trato), muy cerca del hotel.

El domingo por la mañana recogimos nuestras pertenencias y... de regreso a casa, porque nuestra casa de verdad está lejísimos y voy a necesitar el jarabe superespecial para no marearme ni vomitar.

Mención especial merece el hotel Casa Don Fernando, situado en la Plaza Mayor, tranquilo, nuevo, con una inmensa habitación abuhardillada perfectamente acondicionada para las peques y...
TRATO EXCEPCIONAL.

Ha sido un gran fin de semana. Gracias a mis hijas, Dulçura y Pirata, por abrirme los ojos a otras formas de ver las cosas y por acompañarme y, gracias al organizador del evento porque, me daba mucha pereza... ¿Quién nos lo iba a decir, cuando hace unos años estuvimos por allí?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leyendo tu relato apetece ir a Caceres, yo tengo dos hijas algo mayores que las tuyas, seguro que les encanta si se lo cuento como tu lo haces.
Carmen