Pero, ¿esto como se hace? Pues como todo, desde el principio, despacio y con dedicación.
El otro día me decía una mamá que "mi niña no me lee".
Mis hijas sujetaron libros de tela y de plástico desde que su prensión lo hizo posible. Han visto todos los catálogos y publicidades llegadas a nuestro buzón, las han destrozado y hasta las han catado. Después han pasado a los libros pequeños con hojas de cartón y dibujos de mil colores, cuentos pequeños, cuentos enormes, diferentes texturas, tienen algunos que hacen ruido, otros pop-up... Hay verdaderas maravillas en muchas librerías.
Los libros siempre han estado a su alcance, porque de poco sirve tener una biblioteca espectacular en una estantería a metro y medio del suelo. Cuando nació la mayor una de mis primeras adquisiciones fue una mesilla de noche de Ikea, Rast, en la que colocar su cuentos. Al principio la colocaba con las patas hacia arriba para que no se le colara un brazo o una pierna debajo, después la coloque bien y puse debajo un cojín que les sirve para sentarse cómodamente a leer.
Los libros en casa siempre han sido un premio: si cenas rápido tendremos un rato para leer, si te vas a la cama pronto puedes elegir un libro que te haga compañía... Ellas lo ven como algo lúdico, divertido.
Ya he comentado en alguna ocasión que en casa nos gusta celebrarlo todo, y no podía faltar el Día del Libro. En Cataluña es un poco como el día de los enamorados. Ella regala a su amado un libro y el una rosa. Pues en casa hacemos eso. Mamá regala a todos sus amores libros y papá trae a sus chicas rosas. Hacemos del 23 de abril una fiesta.
Pero claro, un día al año no es suficiente, así que a menudo visitamos librerías (algunas con actividades interesantes los fines de semana) y no nos perdemos la Feria del Libro del Retiro.
Si a todo esto le sumamos que nosotros siempre tenemos un libro en la mano...
"Nuestras niñas si nos leen", aunque todavía no sepan.
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